En la sociedad actual, uno de los principales problemas de salud mental que está aumentando su prevalencia son los Trastornos de la Conducta Alimentaria (a partir de ahora TCA). Como ya bien sabemos, se trata de enfermedades psiquiátricas graves, con marcadas alteraciones del comportamiento y con una excesiva preocupación por el peso y la forma del cuerpo. De sobra tenemos conocimiento sobre la anorexia y la bulimia, los TCA por excelencia. Sin embargo, en el 2013 se catalogó un nuevo TCA: el Trastorno Por Atracón (a partir de ahora TPA). De hecho, hay constancia de la existencia de esta patología desde la década de los 60, pero ha sido ahora cuando se ha reconocido y conceptualizado oficialmente como el 3º TCA.
El trastorno por atracón se caracteriza por un patrón de comportamiento alimentario alterado, en el que el individuo que lo padece presenta episodios recurrentes de ingesta compulsiva. Durante estos episodios las ingestas son, tanto en cantidad como en voracidad, superiores a lo que normalmente comería cualquier persona en el mismo período de tiempo. Así mismo, siempre predomina la sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio de atracón. De hecho, en un atracón estas personan pueden llegar a ingerir una cantidad calórica monumental, alcanzando en algunos casos las 20.000 kcal. Además, ha de tenerse en cuenta que un único episodio de atracón no se limita necesariamente a un mismo entorno, sino que, por ejemplo, el individuo puede empezar el atracón en un restaurante y continuarlo en su casa. ¡OJO! Picar comida en pequeñas cantidades durante el día no se considera atracón. Y ahora pensaremos ¿esto mismo que acabamos de decir no encaja perfectamente con la descripción que cataloga a la bulimia nerviosa? En efecto. El TPA y la bulimia son trastornos muy similares, tanto que hasta hace unos años se llegó a pensar que el TPA podría ser un subtipo de bulimia nerviosa. Sin embargo, hay una diferencia fundamental que es la que hace que estén catalogados como dos TCA independientes el uno del otro: la recurrencia a comportamientos compensatorios inapropiados tras el episodio de atracón. Mientras que el individuo con bulimia recurre a métodos purgativos para evitar el aumento de peso (tales como el vómito autoinducido, actividad física excesiva y uso de laxantes y diuréticos entre otros), el individuo con TPA no lleva a cabo ningún tipo de purga como método de compensación. No obstante, el hecho de no recurrir a ningún tipo de comportamiento compensatorio en el TPA no implica la ausencia de culpa y malestar respecto al episodio de atracón acontecido. De hecho, estas personas experimentan un malestar intenso tras el atracón e igualmente se sienten defraudadas consigo mismas, avergonzadas y deprimidas. Igualmente, muchas veces los atracones se dan a escondidas por vergüenza a que otras personas les vean comer con tal voracidad. Así pues, es de esperar la estrecha relación del TAP con el sobrepeso y la obesidad, ya que la ausencia de medidas compensatorias tras los atracones favorece notablemente el incremento de peso. A causa de ello, la preocupación principal de las personas con TPA guarda relación, por un lado, con el descontrol que padecen ante la comida y, por otro lado, por los efectos que pueden tener dichos atracones en el peso y la figura, lo que repercute en la autoestima llevando al individuo a un progresivo deterioro psicológico y social. Con todo esto, también nos preguntaremos por las causas que llevan a una persona a actuar así frente a la comida. Generalmente, como en todos los TCA, el origen suele apuntar a un conjunto de factores, destacando el factor sociocultural y el factor dieta. Con éste último no venimos a referir al reiterado seguimiento de dietas inadecuadas o dietas “milagro” sin supervisión de un profesional que han acabado en fracaso o que han estado regidas por una prohibición alimentaria importante. Esto se cohesiona con la insatisfacción corporal y la baja autoestima del individuo, lo que genera frustración. Esta frustración se traduce nuevamente en un episodio de descontrol ante la comida, al cual le seguirá el sentimiento de culpabilidad que llevará a la persona al punto de inicio: iniciar otro período de dieta con el fin de reducir la culpabilidad y la insatisfacción corporal. Por tanto, nos encontramos ante un círculo vicioso complejo atracón-dieta mediado por las emociones del individuo del cual resulta muy difícil salir.
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Autores:Beatriz de la Fuente Archivos
Enero 2018
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