La práctica de la meditación aporta claridad mental y logra alcanzar estados emocionales apacibles y saludables. También disminuye el flujo de sentimientos tóxicos y pensamientos negativos.
La meditación es una práctica mediante la cual se relaja la mente y se libera la conciencia. Todas las personas pueden meditar, y lo logran cuando el ego está listo para responder al llamado de su espíritu. Sin embargo, esa búsqueda y ese encuentro se dan por la intención de la voluntad, en una espiral ascendente, donde paulatinamente el yo inferior, ego o personalidad va siendo absorbido por el espíritu o yo superior, produciendo el canal de contacto para cruzar al otro lado. "En nuestro interior hay un enorme espacio, que debe ser descubierto y explorado" Sin embargo,cada uno debe disponerse para la escucha, y esa preparación tiene que ver exclusivamente con el estado de ánimo. Escucharnos a nosotros mismos es el correcto inicio de la conversación, porque debemos primero acallar las voces internas. Esas voces surgen de lo físico, por eso no hay que comenzar a meditar con hambre, frío o sueño, ni después de comer. Sin urgencias. Durante el proceso de meditación, es necesaria una actitud relajada y libre de urgencias. Es necesario descartar la ansiedad, combatir la pereza espiritual, y recordar que no hay resultados inmediatos o iluminaciones instantáneas. El resultado de la práctica de la meditación, lograr ese estado de no pensamiento y paz , es acumulativo y no se pierde de vida en vida. Una actitud libre de expectativas es fundamental en el transcurso de la práctica. Si estamos siempre queriendo tener visiones o experiencias sorprendentes, sólo agregaremos estrés espiritual y tensión, lo que no nos llevará a un buen resultado. Cómo se medita. Para poder meditar, una postura correcta es fundamental. Sin embargo, no hay que ser exigentes al principio. Cuando se comienza con la práctica meditativa, el cuerpo suele llamar constantemente la atención. Por eso, es beneficioso escucharlo y reaccionar en consecuencia. Lo ideal es estar descalzo y con ropa cómoda. La mejor postura es sentado en posición de loto o medio loto (con las piernas cruzadas, cada pie ubicado encima del muslo opuesto). Se puede usar una banqueta de meditación, un safu o un almohadón para ayudar a las articulaciones de las piernas, logrando mayor confort. Si esa pose no es posible, optar por una silla cómoda con las plantas de los pies bien apoyadas en una manta en el suelo. La columna debe estar lo más derecha posible. En principio, se puede apoyar la espalda en la pared. Cuando la práctica avanza, se puede meditar sin ese apoyo. Si molesta, se puede zigzaguear el lomo, como estirándose hacia arriba, y dejar caer la cabeza hacia el vientre separando las vértebras cervicales. Puede surgir otra necesidad, porque quizás el cuello quiera acostarse sobre el hombro, o tal vez la punta de la nariz te pique. Inicialmente, todos los requerimientos corporales deberían ser respondidos de forma amable. Cada vez que termines de darle importancia a esa inquietud, volvé a conectarte con la respiración y observá tu interior. En las primeras prácticas, y durante una buena cantidad de tiempo, el entrenamiento meditativo consiste simplemente en observar con plena atención lo que ocurre en el universo interior de cada uno. Lugar donde se medita. Prepara un lugar dentro de tu casa donde realizar la meditación. Elegí el espacio en el que logres mayor intimidad o aislamiento del resto de los habitantes. Lo mejor es que sea una habitación que permanezca lejos de la acción del ruido. Incluye ahí todo lo que sea sagrado para ti: imágenes, cuarzos, gemas, piedras, velas e inciensos. Un almohadón para sentarte lo más derecho posible. Una manta para cubrirte las rodillas. Resultado Con la experiencia meditativa se va creando progresivamente la vía rápida a ese lugar que existe en el interior, donde se encuentra paz y plenitud.
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Autores:Beatriz de la Fuente Archivos
Enero 2018
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